jueves, 26 de junio de 2014

Hoy en Tejedora me gustaría recapacitar sobre la Guerra porque ésta nunca trae nada bueno y me preocupa el hecho de que tal y como está el mundo estemos caminando hacia una 3 Guerra Mundial. Pensemos en Siria, Irak, la secta Boko Haram…
GUERRA
     Lucas estaba en la trinchera, observando el mundo a su alrededor, temiendo que esa fuera su última noche de vida y sólo podía pensar en su familia y en sus amigos, a miles de kilómetros de distancia, a salvo, por el momento, del avance de la Guerra.
     Él había decidido ser militar por un acto de responsabilidad hacia sus semejantes, no soportaba la idea de que las injusticias se cebaran en los más débiles y, por esa razón, el primer día que había puesto su uniforme se sintió realizado. Los primeros años, todo era tranquilo, realizaba misiones humanitarias, ofrecía ayuda en los países necesitados y, al mismo tiempo, formaba su propia familia, enseñaba a sus hijos la responsabilidad de preocuparse por los demás y contaba con el apoyo de su mujer, también militar, en sus decisiones. Los dos creían firmemente en que la paz era posible si todos pusieran un poco de su parte, si la igualdad fuera mayor entre el primer y el tercer mundo, si las personas aprendían a convivir con diferentes religiones y estilos de vida.
     Ellos eran unos idealistas, en un mundo corrupto, cargado de malos políticos, malas personas y deseos de poder en cada parte del mundo.
     Los primeros años, las pistas eran pequeñas: guerrillas en diferentes países, asesinatos políticos en diferentes partes del mundo… Lo normal, pero un día la Guerra empezó y se llevó por delante los sueños de paz y tranquilidad de Lucas y su familia.
     La noche estaba cayendo en la trinchera, tenía frío, hambre, sueño y lo único en lo que podía pensar era en sus hijos, en su mujer, en un mundo que estaba a miles de kilómetros de distancia y por el cual él estaba dispuesto a luchar, e incluso morir.
     No tenía deseos de perder la vida, pero pensaba que si con ello salvaba a personas inocentes, era una buena manera de mejorar el mundo.
     El fuego cruzado empezó a las cuatro de la mañana, el ruido inundó el campo, sus compañeros y él empezaron a disparar sus armas contra el enemigo. La lucha fue desigual desde el primer momento y, en tres horas, Lucas y su batallón acabaron malheridos, algunos se quedaron en la trinchera. Él sobrevivió, pero era poco consuelo pensando en los amigos que habían perecido por culpa de la estupidez del ser humano y por el mal que inundaba la sociedad.
     Lucas volvió a su casa y Ana fue convocada a las armas.
     El batallón de Ana también cayó, ella perdió una pierna y el idealismo se murió con ella.
     Una nueva convocatoria, Lucas salió para luchar y, esta vez, también a Lucas se lo llevó por delante la Guerra. Lo último que pensó, en el instante en que perdía para siempre su lucidez, fue en lo absurda que era la Guerra y la violencia.
     Fin

     Y, hasta aquí, el Tejedora de hoy. Honestamente pienso que la violencia no resuelve ningún problema y, me gustaría que los políticos y las personas más poderosas del mundo pensasen lo mismo que yo. Sin embargo, yo no soy idealista como Ana y Lucas. Me temo que hay políticos cuya obsesión ciega por el poder es mayor que sus ansias de paz.

     Hasta la semana que viene.

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